DESASTRES POR EL HOMBRE

sábado, 16 de octubre de 2010

Conflictos bélicos
En la década de los noventa, un total de 53 grandes conflictos armados provocaron la muerte de 3,9 millones de personas.
Los conflictos armados y la calidad de la gobernabilidad son factores que pueden convertir, por ejemplo, los períodos de escasez de precipitaciones en hambrunas. En el caso de emergencias complejas, la situación se agrava aun más.
Estos conflictos pueden conllevar problemas de salud de vasto alcance, como epidemias, falta de agua y acumulación de desechos, así como movimientos de personas desplazadas y refugiados, escasez de víveres, hambre, etc.
En los guerras los problemas provienen principalmente de la falta de acceso a las fuentes tradicionales de ingresos por períodos prolongados a causa de los desplazamientos y la inseguridad, por lo que se agudizan las necesidades económicas para una subsistencia digna, dando lugar a la vulnerabilidad alimentaria económica y, principalmente, de salud, debido a que aumenta la demanda de servicios de salud por la violencia causada por los conflictos, además de que estos servicios se dificultan por la misma violencia. Asimismo, el VIH/SIDA ha tomado tintes alarmantes durante estos conflictos ya que la violación y la violencia sexual se generalizan en tiempos de guerra.
El número de conflictos armados en todo el mundo aumentó constantemente entre 1965 y 1990, pero ha disminuido ligeramente desde entonces. Sin embargo, los conflictos recientes parecen ser más duraderos que los registrados en el pasado.
Los conflictos violentos entrañan enormes costos económicos y sociales, así como efectos considerables sobre el medio ambiente.
Al final de las guerras civiles cabe prever que los ingresos per cápita del país sean un 15% inferiores y que haya en él un 30% más de personas que viven en la pobreza. En el pasado decenio, han muerto en conflictos millones de personas, en su mayoría civiles, y muchas más han sufrido mutilaciones o han tenido que huir.
Hay un conjunto complejo de factores políticos, étnicos, religiosos, ideológicos y económicos que explican por qué en determinados países se experimentan conflictos armados, pero hay que reconocer que algunos países están más expuestos a la violencia que otros. Los que corren mayores riesgos tienen ingresos per cápita inferiores y economías estancadas y exportan sobre todo productos básicos primarios.
·         Ruptura o agrietamiento del suelo
·         Erosión intensa
Contaminantes químicos
Los agentes químicos representan seguramente el grupo de contaminantes más importante debido a su gran número y a la omnipresencia en todos los campos laborales y en el medio ambiente.
Como contaminantes químicos se puede entender toda sustancia orgánica e inorgánica, natural o sintética que tiene probabilidades de lesionar la salud de las personas en alguna forma o causar otro efecto negativo en el medio ambiente.
Las vías principales de penetración son la inhalatoria, la dérmica y la digestiva.
Los contaminantes químicos pueden provocar un daño de forma inmediata o a corto plazo (intoxicación aguda), o generar una enfermedad profesional al cabo de los años (intoxicación crónica). Para que la inhalación de un contaminante químico no produzca efectos irreversibles a largo plazo, su concentración en el aire debe ser inferior a un cierto valor límite previamente establecido.
Incendios
Los incendios forestales constituyen uno de los principales problemas, relativos a la degradación del medio ambiente. Producen erosión de la superficie arbolada.
Las causas de los incendios forestales son diversas. Entre ellas, destaca la acumulación de la masa total de materia viva –biomasa–, provocada por una mala gestión de las zonas forestales. La inflamabilidad de la materia vegetal varía mucho según la humedad ambiente: en verano el bosque llega a perder hasta la mitad de esa humedad. El abandono del pastoreo y de la recogida tradicional de leña traen como consecuencia la acumulación y el excedente de materia vegetal muerta, que aviva el fuego en caso de incendio. Las repoblaciones forestales masivas de coníferas, fácil pasto de las llamas, tampoco ayuda. Las especulaciones urbanísticas, el mercado de la madera y el cobro de seguros se apuntan, por su parte, como origen de los incendios provocados. Y por último, no se puede arrinconar una de las causas fundamentales de los incendios: la irresponsabilidad de algunas personas (sobre todo los fines de semana y festivos, en áreas rurales) que preparan sin las debidas precauciones su paella dominguera, si bien el uso incorrecto de cerillas, fogatas y cigarrillos es la causa principal de los incendios forestales.
El bosque proporciona oxígeno, retiene y atrae agua, combate la erosión y alberga y mantiene la diversidad biológica. Un bosque puede tardar más de 120 años en recuperarse tras un incendio: tras 10 ó 15 años se crea el monte bajo; se necesita entre 15 y 20 años más para desarrollar un estrato arbóreo pleno, entre 30 y 40 años más para que crezca un matorral arbolado de regulares dimensiones y unos 50 años más para la restauración definitiva.

DEFORESTACION
Se entiende por deforestación a la destrucción a gran escala del bosque por la acción humana.
La desertificación, definida como la intensificación de las condiciones desérticas y el decrecimiento paulatino de la productividad de los ecosistemas, es generada principalmente por el ser humano, que actúa sobre un medio frágil y lo presiona en exceso para obtener su sustento.
Se entiende por deforestación a la destrucción a gran escala del bosque por la acción humana.
La desertificación, definida como la intensificación de las condiciones desérticas y el decrecimiento paulatino de la productividad de los ecosistemas, es generada principalmente por el ser humano, que actúa sobre un medio frágil y lo presiona en exceso para obtener su sustento.
Cuando se tala vegetación para despejar tierras o usar leña, la capa fértil del suelo es expuesta a la lluvia y al sol, la corteza del suelo se endurece y se seca, impidiendo la infiltración de más agua. Así comienza el proceso de desertificación, ya que disminuye la filtración acuosa a depósitos subterráneos, y la capa de suelo superficial se erosiona y se convierte en estéril.
Las principales causas de desertificación son la agricultura ­de secano y riego­, la erosión hídrica y eólica, los cambios climáticos, el sobrepastoreo, la deforestación, los incendios forestales, la extinción de especies nativas de flora y fauna, y la expansión urbana.
Entre 1980 y 1990, las tasas anuales de deforestación fueron de un 1,2% en Asia y el Pacífico, un 0,8% en Latinoamérica y un 0,7% en África.
La deforestación no es lo mismo que la degradación forestal, que consiste en una reducción de la calidad del bosque. Ambos procesos están vinculados y producen diversos problemas. Pueden producir erosión del suelo y desestabilización de las capas freáticas, lo que a su vez favorece las inundaciones o sequías. Reducen la biodiversidad (diversidad de hábitats, especies y tipos genéticos), lo que resulta sobre todo significativo en los bosques tropicales, que albergan buena parte de la biodiversidad del mundo.
Los bosques desempeñan un papel clave en el almacenamiento del carbono; si se eliminan, el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera puede llevar a un calentamiento global de la Tierra, con multitud de efectos secundarios problemáticos.






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